Oh Trinidad eterna; oh Deidad, naturaleza divina; Deidad que has dado un precio tan grande a la sangre de tu hijo; Trinidad eterna, Tú eres un océano sin fondo en el cual cuanto más me sumerjo más te encuentro y más deseos de buscarte tengo. Jamás se siente hartura de Ti, mi alma se llena de Ti en tus profundidades, pero jamás sacia su sed, pues ella continúa deseándote, oh Trinidad eterna, y quiere verte en tu luz. Como el ciervo sediento suspira por el agua viva de la fuente, asi mi alma desea salir de la cárcel tenebrosa del cuerpo para verte en verdad. ¡Oh! ¿Por cuánto tiempo todavía tu rostro estará oculto a mis ojos, Trinidad eterna?
-Santa Catalina de Siena-
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