jueves, 11 de abril de 2013

Los dominicos irlandeses encuentran la receta: volver a vestir el hábito

De Infocatolica

¡Cómo me gustan estas noticias! He comentado otras veces la mala situación de los católicos en Irlanda, consecuencia de muchos factores. Pero la Iglesia agarró el toro por los cuernos animados por la actitud pastoral de Benedicto XVI.

Los dominicos vuelven a tener vocaciones. ¿La receta? Volver al carisma, en todos los detalles, incluyendo el de vestir el hábito. Lo cuenta con sencillez el P. Gerard Dunne, director de Pastoral Vocacional de la Orden en Irlanda al New York Times. Con sencillez y con la autoridad de haberse pateado más de medio millón de millas rurales de la isla:

«Hemos tomado conscientemente la decisión de llevar el hábito, porque no teníamos vocaciones e íbamos por el mal camino. Si no nos presentamos de modo auténtico, ¿quién se va a unir a nosotros? Y eso significaba volver a los fundamentos» Y en los fundamentos estaba el hábito.

Se han invertido las tornas y ahora la orden cuenta en Irlanda 175 miembros distribuidos en 18 conventos y 5 novicios. Que contrastan con los 12 seminaristas entre las 26 diócesis del país quecomienzaron en 2012 (13 en 2011; 10 en 2010; 24 en 2009; 14 en 2008; 18 en 2007). Por encima de números destacan los síntomas de recuperación. La noticia es todavía mejor, porque hay otras órdenes religiosas que se van a apuntar.

La mismos ingredientes están dando fruto en otras provincia dominicas en USA: 18 novicios estudian en Washington y otros 6 en Nueva Orleans. Ojalá cunda el ejemplo y otras provincias y órdenes religiosas tengan la suerte de encontrar a un «responsable de selección de personal» como el P. Dunne.

Y es que parece que «ser auténtico» y «realizarse» vuelven a significar lo que siempre han significado.

Desgraciadamente ante noticias tan estupendas como esta, los de siempre rabian, ¿por qué será? A ver si por aparecer en un medio progre como el NYT alguno se entera de algo.


Juanjo Romero

martes, 9 de abril de 2013

La Contemplación de la Calle


El padre V. de Couesnongle OP decía en los años 80 algo fundamentalmente dominicano: la Contemplación "de la" calle y no "en la" calle; que puede también ser contemplación de los periódicos, de la radio, de la televisión, etc. 
El verlos "con la mirada de Cristo" que tenía piedad de la gente. Es un entrar en contacto con el otro la mirada de Cristo. Pienso por ejemplo en las miradas del buen samaritano, del levita y del sacerdote. El levita y el sacerdote vieron alguna cosa, pero pasaron de largo. El buen samaritano se detuvo a mirar: a mirar y no sólo a ver.

Por otra parte, creo que se puede usar la expresión "contemplar", porque es un modo de ver al otro con una mirada muy cercana a la de Cristo; imitándolo lo más posible, viéndolo crucificado en el pobre.
Así pues, no se trata de pasearse distraído en medio de la multitud, sino de tener una mirada "atenta" sobre todo lo que nos rodea. Pero no por chismorreo, sino por amor: mirar estas personas, sus rostros, su caminar, la pobreza de sus vestidos o la insolencia de su peinado. La "contemplación de la calle" es saber buscar, adivinar lo que no se ve: fracasos, sufrimientos, aspiraciones. Es descubrir poco a poco lo que todo esto significa en la vida de todos estos hombres, de todas estas mujeres, de estos jóvenes, para sí mismos y a los ojos de Dios.

jueves, 4 de abril de 2013

ME HAS DE CANONIZAR (San Vicente Ferrer)


   Fue Vicente el apóstol más maravilloso que recorrió la Europa meridional y el Santo de quien se cuenta más y mayores milagros.
   Nació en Valencia el 23 de enero de 1350. Desde niño eran sus aficiones oír sermones y repetirlos a sus compañeros. Era muy dado a los ejercicios de piedad, a rezar el Oficio de la Virgen y a ponderar los dolores de Cristo.
   Como tan entusiasta de la predicación y celoso por la salvación de las almas, se decidió a ingresar en la Orden de Predicadores. Contaba diez y siete años. Verdadero hijo de Santo Domingo de Guzmán, puso gran empeño en seguir las huellas de su excelso Patriarca en lo tocante al estudio, a la oración y a la mortificación.
   Terminados sus estudios, a los veinticuatro años fue nombrado profesor de Filosofía en Barcelona. Pasó luego a Valencia, a petición de los religiosos de su convento, para enseñar Sagrada Escritura y Teología Moral. En esta época fue varias veces y de distintas maneras tentado por el demonio contra la esperanza y más todavía contra la santa pureza. Ya se le presentaba en figura de venerable ermitaño, fingiendo celo por su bien y queriendo convencerle de que no debía tan pronto darse a las austeridades; ya le decía que no pusiera tanto empeño en guardar la pureza virginal, porque de todos modos la había de perder; ya, apareciéndose en figura horrible, procuraba inspirarle desconfianza de su salvación.